miércoles, 29 de agosto de 2012

Despertar



En la cama, de nuevo, volví a despertar en un sueño que me inundaba de incertidumbre y falsedad. Mientras me vestía, pensaba en que estaba pasando, el porqué de estar tan confundido, el porqué de que el cielo estaba tan rojo hoy, como si estuviese atardeciendo ¿Qué hora era?
Empecé a preguntarme para entender mejor que ocurría
-A ver ¿Qué fue lo último que hice? antes de acostarme terminé el capítulo del libro ese, ¿Cómo se llamaba? Un saco de huesos, sí el capítulo ése que termina muriendo Mattie. Tomé la pastilla esa, me lavé los dientes y me acosté, eran como las 12 y pico-
Salí a la calle, al café de Ricardo, recién ahí me entero que eran las seis de la tarde -¡¿Me había quedado durmiendo más de 18 horas?! ¿Falté al laburo? ¡Mañana me va a matar Gonzaga! Me habrá llamado más mil veces al teléfono, bueno ya fue, ya está no puedo hacer nada.- Terminé el café y me fui a casa, mucho sueño no tenía, me quedé terminando el libro, y cuando lo terminé si me dio sueño y me tiré en la cama y es todo lo que me acuerdo.
A la mañana siguiente me levantó el despertador, como es habitual y empezó la rutina, pero ¿por qué ayer no había sonado?. Cuando entré en la oficina fue como si nadie hubiese notado que ayer no había ido, como si ayer hubiese sido un domingo y fuese algo normal que no haya ido. Había algunos cambios, el escritorio de Pérez ahora estaba mirando hacia la ventana, algo raro en él ya que no le gusta mucho la naturaleza. En la hora del almuerzo lo vi a Gonzaga, yo esperaba alguna recriminación, algún pedido de explicación de por qué había faltado, lo miré una y otra vez, lo seguí mirando, pero él ni se mosqueaba, al rato me mira y me dice
- ¿Qué le pasa? ¿se quiere sentar con el jefe?
- No nada, disculpe. - Respondí algo tímido
No podía creer que no me diga nada, ¡justo él! La persona más estricta, creo yo, del planeta. Pero bueno, el día pasó como si nada, era martes. Llegué a casa y comí algo rápido, y otra vez al sobre, como si nada había pasado otro día más.
Desperté de nuevo, el despertador sonó distinto esta vez, no sonó Radio 10, Sonó una radio donde pasaban música de los 70s, música de afuera, ya era de día, como si fuesen las 11 o por ahí, ¡me había atrasado! Me apuré y un poco desprolijo llegué al edificio del laburo y había un cartel amarillo patito que decía: “Edificio cerrado por remodelación, 4 pisos nuevos, 15 nuevas oficinas” No me acordaba que había una remodelación tan cercana, había una sí, pero para dentro de 6 meses, ¿Qué carajo estaba pasando? Cómo sea, no tenía que laburar, así que no sabía qué hacer, y decidí comprar el diario e ir a lo de Ricardo, vivir un poco más relajado estos días de vacaciones. Quería ir a visitar a la vieja, pero cuando la llamé no contestó, seguramente había salido y a la noche volvería. Averigüé para alquilar unos días en Chascomús, estar tranqui unos días frente a la laguna no me vendrían nada mal creo yo. Ya reservé y mañana salgo vuelvo el domingo, son cuatro días.
Al día siguiente me levanté temprano, desayuné, armé el bolsito y salí a la calle. Camino a Retiro me crucé a García que iba camino al centro
-         ¿Qué haces García? ¿Todo bien? – pregunté sorprendido de verlo
-         ¿Todo bien? ¿A dónde vas así vestido y con ese bolso? – sorprendido repreguntó
-         Me voy unos días a Chascomús así aprovecho estos días que nos dieron libres
-         ¿Qué días libres? – me preguntó perplejo
-         Y, viste que están arreglando el edificio, que no se puede laburar y no sé qué.
-         Pero la remodelación es dentro de 6 meses, ¿En qué planeta vivís? – casi que reía
Fui al edificio a ver qué pasaba, y sí, tenía razón García, era como un día más, le pedí disculpas a Gonzaga y me dejó trabajar vestido de ‘casual’.

La mañana siguiente desperté en una cama que no era la mía, había muchas manchas de humedad en el techo, había un olor horrendo, pero había algo que a mí me encantaba, esas espadas que se cuelgan en las paredes, siempre soñé con poner una en la pared, nunca tuve la oportunidad, eran muy caras. ¿En la casa de quién estaba?
Cuando fui al baño me miré al espejo, me había crecido la barba ¡Con lo que Gonzaga odia a los de barba! Me iba a matar, no tenía para afeitarme. También tenía algunas canas, antes no estaban, o yo me estaba dejando estar mucho, o no sé.
Cuando salí a la calle vi que nadie saludaba, nadie daba bola, caminaba como si estuviese en una cinta de correr, nadie decía ni un ‘Buen día’, nada.
Cuando llegué al edificio de Larrea y Santa Fe había cambiado, ya no era la misma casa de cambio que siempre fue, ahora era un Mc Donald’s. Los diarios anunciaban unos conflictos en el medio oriente, Siria, Libia, Israel.
¿Dónde carajo estaba? Decidí así irme al puerto. A ver los barcos zarpar, un poco de aire, aunque me inquietaba demasiado que había pasado con el edificio, con el trabajo, con la gente, ¡¿Que voy a hacer ahora?! Vi en el agua mi futuro, vi en esa agua, no tan clara, cuál era mi destino y sin más que pensar, abrumado de no entender que ocurría, me tiré de espaldas, con los brazos extendidos, sabiendo que así era la única forma de despertar.

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