viernes, 4 de septiembre de 2015

El loco Mario

El loco Mario contento salta por todo el andén, va bailando y alegrando al vagón.
Todos lo miran mal, se preguntan por qué hace tanta estruendo, tanto show. Claro, hasta que llega su compañero de ruta, el que hace sonar el compás para que baile, el que maneja los hilos del títere.
La señora mira sorprendida, mira mal, con una mueca que le dice "nene ya estás grande", Mario le devuelve la mirada, y sin decirle nada le dispara al medio la frente, le aniquila la razón y baila cual Mick Jagger, le hace la gallinita y le ofrece un CD compilado de "lo mejor de lo mejor de la mejor música", Marito no lo sabe, pero lo intuye, su locura genera cosas, más allá de vender uno o dos cd's más por día, genera otra cosa, provoca alegría, despierta sonrisas entre los viajantes seriales del Sarmiento, que hoy se encontraron fuera de su serie, hoy fueron con una sonrisa a sus destinos porteños.
Esa ciudad que casi siempre les esquiva el buen humor, entre apurados y enojados, entre ruido y suciedad, entre tanta desazón encontraron una razón muy poco razonable, pero en fin, una razón.
Termina el día y el loco Mario vuelve a casa, vacío ya de la felicidad que le produce saberse Rey de los ojos de todos los vagones, aunque sea un rato... Pero con la tranquilidad de que mañana será otro día donde volverá a reinar y redistribuirá la alegría (como debería de ser), a los que menos tenían.