domingo, 30 de junio de 2013

Mueca

De cola larga, orejas claras y redondeadas. De hocico blanco y sus dientes imposibles no verlos, sus patitas siempre están cerca de su dentadura. Rápido roedor de noches sin luna.
Pero hoy llovía, y había luna. No encontraba hueco donde meterse, sus patas traseras no cabían como el resto de su cuerpo. No lo dejaban pasar.
Caminó lo que una persona normal dice 25 cuadras, pero para él eran mucho mas que 2500 metros... eran un millón de pasos, pero no le preocupaba eso. No era cuanto caminó, más bien que en todo eso que caminó, no encontró lugar, se decepcionó. "No hay lugar donde quepan mis patitas" era en lo que más pensaba, y fue ahí cuando se dio cuenta que sí. Que era una rata. A partir de ahora veía la vida desde otro lugar.
Y claro... por fin vio que los picaportes eran inalcanzables para él, las estructuras no estaban hechas a la medida de una rata. Cualquier puerta le queda inmensa.
Más allá de tener algo de humano no lo era. O quizás lo era hasta que se dio cuenta que ya no, y que simplemente debía afrontar la realidad, dejar de vivir en un mundo de fantasías.
Ese momento exacto donde se encontró a si mismo, veía poco más que una baldosa de cemento,  la pared con el hoyo donde no cupo, y mugre que se iba con el agua.
Levantó su pequeña cabeza y descubrió que el fin de la pared estaba tan distante de él, como lo estaba del cielo. Sus ojos llenos de humedad no eran por la lluvia que lo mojaba, era la realidad que lo empapaba.
Ahora bien, ¿Qué podía hacer él? ¿Intentar empezar de cero como roedor, o darlo todo por volver a su estado anterior? En ese momento, la única imagen en su cabeza era sus sueños humanos, comunes, finitos cayendo al piso y rompiéndose en muchos pedazos.
¿Qué hacer qué hacer?
Llora, se siente más y como siempre "Adieu, Bye bye."

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