viernes, 6 de junio de 2014

Yo sólo espero sin dormirme en mis sueños...

No concibo la vida sin estar en conflicto constante con uno mismo.
Es decir, es la única manera de vivir, estando en permanente discusión con uno mismo y no terminar de tener las cosas claras, darle mil vueltas a lo más simple y desnaturalizar lo socialmente establecido de cómo uno debe actuar o debe hablar.
Pero si no se tiene en claro lo que se es, ¿cómo, entonces, se puede actuar? Pues si hay seguridades. Y hay una bastante clara. Tenemos la seguridad de que somos, porque estamos en conflicto con nosotros mismos. Es decir, es una condición para la existencia el dilema, la discusión, la disputa.
Reinventar, volver a pensar y de nuevo nacer.
Es el ejercicio que se repite ciclicamente, es como una rueda que gira, es como el curso de la historia. Obvio siempre con algunos matices nuevos, pero la estructura siempre es igual.
Lo que es muy complicado es abstraerse de la agenda que impone lo externo a uno, y como esta agenda imposibilita, a veces, a uno a plantearse qué debería hacer, qué es lo que está bien y qué está mal, qué es justo y qué no. Y si realmente seguimos dentro de la cordura o ya se fue todo a la mierda.
Este proceso de abstracción es también parte de lo que ya mencioné en la desnaturalización de lo social, pues la mayoría de los presupuestos que aceptamos como normales o comunes son nocivamente violentos y no se corresponden con una naturalidad del orden de las cosas, están así porque alguien dispuso que así sea y nadie lo modificó porque aceptó esto o simplemente lo omitió, que para el caso, es lo mismo.
El tema es cómo hacer para alejarse de toda esa maquina de reproducción de agenda donde uno siente que el mundo se acabó hace 1 minuto y te lo está contando un cronista por TV.
Tampoco perderse en el pensamiento porque es una pelotudez enorme, pero alejarse de eso, conocer los tiempos de uno mismo y llevarlos al plano real, a la cancha, al tole tole. A lo que importa, la calle.

Las de boludeces que uno puede escribir cuando piensa "Qué claras tiene las cosas tal persona, ¿no?"
Pues descubrí que tengo claro que ese conflicto propio es irresoluble y la solución para poder seguir es que sea irresoluble.
No, no se entiende, no.

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